EUROPA
PRESS
19 marzo
2023
Ayuno
intermitente y microbiota, claves para tener resultados y que mejore tu salud
El ayuno intermitente está de moda y
son muchas las personas que lo siguen con idea de 'desinflamarse' y de perder
peso. El problema está, a juicio de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) que, en
ocasiones, quienes adoptan este método no cuentan con toda la información
necesaria, ni tampoco son guiados por un especialista para ello.
Esta entidad científica recuerda principalmente que esta
práctica no puede considerarse como una dieta en sí, sino que es una pauta que
consiste en restringir alimentos durante un periodo de tiempo determinado,
mientras que el concepto de 'dieta' se refiere a la ingesta de alimentos y de
bebidas.
"El ayuno que se produce tras permanecer sin comer
durante la noche, entre 8 y 12 horas, es el que podemos considerar un 'ayuno
fisiológico'. Si hablamos de 'ayuno voluntario' podemos encontrarnos con
situaciones distintas, como el 'ayuno intermitente o esporádico', siendo las
más habituales la periodicidad diaria (al menos 12 horas de ayuno), y la
semanal (uno o dos días a la semana, seguidos no)", apunta la SEEN.
Sobre este asunto y cómo puede llegar a afectar a la
microbiota entrevistamos en Infosalus a una de las
mayores referentes en su conocimiento en nuestro país, a la doctora
Sari Arponen, doctora en Ciencias Biomédicas por la Universidad Complutense de
Madrid, y especialista en Medicina Interna.
"Como pasa con muchas cosas el hacer 'ayuno intermitente'
parece que estás haciendo algo raro o novedoso, pero en realidad es el ayuno
nocturno prolongado que deberíamos hacer
todos de forma fisiológica, que pasen 12-13 horas desde terminar de cenar hasta
el desayuno, y no habría ni que llamarlo así; aparte de que en España se cena
muy tarde y convendría para nuestra salud adelantar el horario de las
cenas", remarca con motivo de la publicación de 'En la cocina con la
doctora Arponen' (Alienta Editorial).
Argumenta que este ayuno prolongado y nocturno le viene bien
a nuestra microbiota porque le permite realizar correctamente los fenómenos de
limpieza que tienen que pasar entre las comidas: "Sobre todo es importante
respetar esas 12-13 horas desde la cena hasta el desayuno, y prolongarlo más si
alguien lo tolera, pero también el que pasen 4 horas entre una comida y otra.
Esto nos ayudará a tener una microbiota saludable y que no crezcan las
bacterias malas porque no se limpia el intestino".
Enfermamos por lo que comemos
Es más, esta doctora finlandesa lamenta que en nuestra
sociedad "comemos por encima de nuestras posibilidades en lo que a
cantidad se refiere", y muy por debajo de ellas en cuanto a calidad.
"Enfermamos en parte por lo que comemos y lo que no
comemos. Y una mala alimentación está detrás de muchas de las enfermedades
(junto a otros factores) que sufrimos en nuestra sociedad: cáncer, patologías
cardio y cerebrovasculares, las metabólicas (diabetes, fundamentalmente);
además, influye en el funcionamiento de nuestro sistema inmunitario, en el cerebro,
en el intestino o en el envejecimiento. La alimentación es prevención,
tratamiento y es salud", añade.
A su juicio, es tan importante cuidar de nuestra microbiota
en el día a día porque al final este ecosistema representa "la mitad de
nuestras células prácticamente" y cumple con muchas funciones
fundamentales para nuestra salud, como defendernos de los patógenos, o
ayudarnos a hacer la digestión, o el decirle por ejemplo a nuestras defensas
cómo nos tienen que defender mejor.
"La alimentación es una de los factores principales que
van a influir en esa microbiota porque al final nuestro alimento también lo es
de nuestros microorganismos. De la misma manera que lo que comemos influye en
nuestra salud, también lo hace sobre su salud; entonces, si mantenemos una
alimentación saludable, se incrementarán estas bacterias buenas, pero si
comemos ultraprocesados aumentarán las 'malas'",
avisa esta experta en Medicina Interna.
Con ello, y preguntada sobre cuál es la mejor dieta para
nuestra microbiota, la doctora Arponen sostiene que la peor es aquella basada
en ultraprocesados. Dentro de las buenas opciones de
dietas defiende que una en la que conste la pesca mediterránea, es decir, con
verduras, frutas, frutos secos, aceite de oliva virgen extra y legumbres en la
base de la alimentación, y que la proteína animal sea a base de animales de
mar, bivalvos, marisco o moluscos.
"Este patrón sería el que luego tiene evidencia
científica para disfrutar de una buen microbiota, y siempre sobre todo que
predominen los productos de temporada, locales y de proximidad", concluye
Arponen.